En los últimos cinco años, Turquía ha incrementado notablemente su producción de cáñamo, que abastece a sectores como la construcción, el textil y los biocombustibles. Ahora, el Gobierno da señales de querer ir más allá con un proyecto legislativo que contempla la inclusión del cannabis en el ámbito médico y terapéutico.
La propuesta, presentada recientemente al Parlamento, autorizaría a entidades seleccionadas a producir cannabis para la elaboración de medicamentos y productos sanitarios, siempre bajo un estricto control estatal. La distribución estaría limitada a farmacias con licencia, en un intento de evitar el desvío al mercado no regulado y garantizar la calidad de los derivados.
El profesor Selim Aytaç, especialista en cannabis citado por la prensa turca, ha subrayado la necesidad de desarrollar "una estrategia que lleve del cultivo a los productos acabados con alto valor añadido" para beneficiar tanto a productores como a la economía nacional. Aytaç también insistió en la importancia de mantenerse alineados con los avances internacionales en la industria del cannabis medicinal.
Este giro político tiene su origen en 2019, cuando el presidente Recep Tayyip Erdoğan hizo un llamamiento público a reactivar el cultivo de cannabis tras décadas de declive. Desde entonces, la producción ha pasado de 280 toneladas en 2020 a más de 1.700 toneladas en 2024, según cifras oficiales. Actualmente, el cultivo industrial está autorizado en 19 de las 81 provincias del país, con planes de extensión a otras regiones como parte de una estrategia para revitalizar las economías rurales.
La regulación sanitaria propuesta se centra en un marco de seguridad y control, priorizando las aplicaciones validadas científicamente y evitando los errores de mercados donde la legalización precedió a la normativa. Aunque el proyecto aún debe ser debatido y aprobado, la dirección política busca posicionar a Turquía como potencial actor en la industria global del cannabis medicinal.