El valor de la producción de cáñamo en Estados Unidos alcanzó los 445 millones de dólares en 2024, según datos del Departamento de Agricultura (USDA). Lejos de representar un boom económico, esta cifra refleja una estabilización por debajo de las expectativas iniciales, dejando en evidencia los obstáculos que enfrenta en su desarrollo como alternativa agrícola sostenible.
Tras su legalización a nivel federal en 2018, se abrió una ventana de entusiasmo que prometía reposicionar esta planta como protagonista en una necesaria transición ecológica. Con aplicaciones en bioplásticos, textiles, alimentación y construcción, el cáñamo parecía el insumo perfecto para una economía verde. Sin embargo, seis años después, el panorama dista mucho del optimismo inicial.
Las cifras oficiales del USDA indican que la producción total de cáñamo industrial en EE UU –incluyendo cultivos para fibra, semilla y cannabidiol (CBD)– ha experimentado una desaceleración notoria desde 2021. Parte del estancamiento se atribuye a la falta de una infraestructura de procesamiento, a la especulación financiera temprana y a una regulación poco clara que, en muchos estados, continúa tratando al cáñamo con la misma desconfianza que a la marihuana.
Mientras tanto, otras regiones del mundo han comenzado a posicionarse estratégicamente en el mercado internacional de este producto, con políticas públicas activas y programas de fomento que integran la producción local con circuitos de innovación tecnológica y desarrollo rural. Uruguay, por ejemplo, ha impulsado la exportación de fibra y semillas con un modelo que articula pequeños productores con industrias nacionales e internacionales, aunque la articulación efectiva entre estos actores aún presenta desafíos.
En tanto, organizaciones agrícolas y movimientos ecologistas norteamericanos han insistido en que el cáñamo no debe ser evaluado únicamente en función de su rentabilidad inmediata, sino como una pieza estratégica en la lucha contra el cambio climático, la regeneración de suelos y la diversificación productiva. Por lo mismo, el actual rendimiento económico no implica el fracaso, sino una instancia para estudiar los marcos legales, económicos y culturales que impiden su desarrollo.